Samba, ceilidh, muiñeira

El amor es un baile que empieza con un ritmo frenético y se va haciendo más pausado con el paso del tiempo, una danza en la que la armonía y compenetración entre bailarines es fundamental para disfrutar de todas sus fases.

La historia de amor que nos ocupa -el baile de Brendan y Larissa- tiene una génesis internacional e intercultural; el destino quiso que sus caminos se cruzaran fugazmente -apenas 24 horas- en unas vacaciones muy lejos de sus países de origen, en Cartagena, Colombia . Y así, un irlandés y una brasileña iniciaron -sin ser muy conscientes al principio- un amor de película que he tenido la suerte de fotografiar… en Pontevedra, Galicia.

¿Por qué Galicia? ¿Por qué Pontevedra? No es difícil imaginar nuestra tierra como destino, como fin do camiño, como Finis Terrae, como punto de encuentro de historias y culturas. En el caso de esta pareja, la elección de Galicia como lugar para vivir tuvo mucho de racional y algo de sentimental. La calidad de vida, el clima suave, el alma verde, atlántica y céltica que comparte con Irlanda, el idioma que comparte con Brasil… por no hablar de que un antepasado de Larissa era de la zona. Una vez seleccionada Galicia, tuvieron claro que criarían a su hija en Pontevedra, ciudad que acoge, que mima a sus vecinos, ejemplo de un urbanismo amable con los peatones y premiado internacionalmente.

Desde que se pusieron en contacto conmigo supe que su boda civil en el Pazo de Mugartegui sería muy especial. Como invitados, dos testigos, amigos de la pareja y propietarios del conocido bar El Toro -muy recomendable su vermut casero-, las madres de ambos -llegadas desde Irlanda y Brasil- y su hija Anna, auténtica protagonista del día.

El alcalde de la ciudad lerense, Miguel Anxo Fernández Lores, ofició una sencilla ceremonia y dedicó un bello poema a los novios. Tras un paseo por el centro, fueron a comer y celebrar en petit comité su enlace, y nos emplazamos para vernos en unos días para realizar una postboda en el casco histórico de la ciudad y la isla de las esculturas. Pasamos una tarde muy agradable, en la que no faltaron risas y momentos divertidos.

Comparto con vosotros algunas fotografías del reportaje. Por mi parte ha sido un placer ser su fotógrafo y haber tenido el privilegio de documentar su historia. Que sean muy felices y que su baile, una mezcla explosiva de samba, ceilidh y muiñeira, no termine jamás.